Amistad y Maternidad

Una mano que sostiene.

Creo en la maternidad desde el deseo, el amor, la desconstrucción, el reajuste, la despedida de lo ideal, la aceptación de lo que hay, el duelo, la evidencia de lo que faltó en la infancia y la ilusión de poder dar tanto como fuera posible.

Desear ser madre, o abrazar el deseo en la sorpresa del embarazo. Maternar porque nos gusta, porque podemos y así nos sale, porque amamos a ese ser.

 Dejar de lado las ideas que traíamos, permitirnos cuestionar todo aquello que anteriormente eran certezas, poner los prejuicios en un cajón. Aceptar el caos que nos genera.

La ambivalencia enorme que aparece desde el simple hecho de esperar que el bebé duerma su siesta para así desear que despierte; y que se traslada a casi todo, desear irse y quedarse casi con la misma fuerza.

Despedir esos ideales que nos generamos de la maternidad, de nuestro rol, de nuestrx niñx. Duelar los espacios y roles que de pronto se nos vuelven ajenos. Lo que no tuvimos en nuestra infancia y ahora se vuelve tan evidente al ofrecer aquello que nunca nos han ofrecido. Disfrutar ofrecer aquello no recibido. No repetir viejos patrones.

Descubrir que no sos la única. Y disfrutar el encuentro con las otras. Las que llegan para hacer/ser tribu, amigas, compañeras. Las otras madres. Las otras -no necesariamente madres- pero si mujeres. Las que ayudan a que la ambivalencia suene menos loca, las que ofrecen eso que nos faltó antes. Las que nos acompañan a transitar los duelos, y se animan a habitar nuevos espacios, y transforman sus roles junto a nosotras.

Agradezco a la vida todas y cada una de las personas que me ha regalado el ser madre y espero que todas las madres tengan el regalo de una tribu, amiga o compañera. Es más fácil todo, y mucho más lindo así.