La importancia de la comunicación

La comunicación es imprescindible para el buen funcionamiento de las relaciones  humanas. Es muy difícil llegar a un acuerdo sin hablar, en el que ambas partes se sientan tenidas en cuenta.

La mayoría de lxs adultxs está de acuerdo en la afirmación anterior.

Pero cuándo una de esas personas no es un adultx, se pone en duda la necesidad de esa comunicación. Quizás porque no hemos tenido la  experiencia antes y como niñxs que fuimos no nos han hablado por el riesgo a que no comprendiéramos. Sufrimos esa des-personalización por falta de adultez. Quizás porque ahora que hemos crecido tenemos miedo de sonar ridículos en una comunicación que se juzga de a uno aunque sea de a dos.

Sea por la razón que sea, no es sencillo hablarle a un bebé. Es necesario antes un trabajo personal y una mirada especial a la infancia, amorosa, comprensiva, que valore sus capacidades y no se centre en lo que no puede sino en sus posibilidades.

Si podemos ver realmente a un bebé como lo que es: una persona valiosa, con intención de comunicarse y participar activamente en nuestra relación podremos comunicarnos de forma fluida y natural.

Además, la forma en que nos relacionamos con nuestrx bebé va a influir no sólo en la relación que estamos formando, sino también en la percepción de sí mismo que va a ir formando y asimilando. Por eso es muy importante que podamos comunicarnos efectivamente con esa personita de la que somos responsables.

Y con esto no me estoy refiriendo a tratar a un niñx como a un adulto y preguntar absolutamente todo y hacer lo que nos dice por el impulso de la comunicación. No. Un niñx (especialmente si es pequeñx) no tiene la capacidad intelectual para tomar determinadas decisiones o ser conscientes de las consecuencias. Somxs el adultx a cargo porque podemos decidir sabiamente qué es lo mejor para él/ella, porque usamos nuestra experiencia  positivamente y las decisiones que tomamos están basadas en su cuidado, no son arbitrarias, ni un simple uso de poder o autoridad, decidimos en base al amor y al respeto que su persona nos despierta.

Me refiero a la posibilidad de ver al bebé/niñx como una persona, digna de respeto, capaz de comunicarse, con deseo e intención de hacerlo. A verlx como lo que es y no cómo lo que aún le falta. Interpretar sus actitudes comunicativas, observarlo desde su capacidad, y actuar en consecuencia.

En la práctica podría ser algo cómo anticiparle que vamos a levantarlo de la cuna antes de alzarlo, luego contarle si vamos a ocuparnos de su pañal, o de su ropa, o lo que vayamos a hacer con él y sobre él. Entender que aunque no tenga las habilidades para hacer el cambio de pañal por sí mismx  es su cuerpo el que estamos tocando y no el nuestro,  que lo correcto  sería que podamos transmitirle el por qué y para qué de aquello que hacemos.

 Y lo ideal sería hacerlo porque lo respetamos por lo que es -una persona-  no porque es lo correcto. Sino porque elegimos criar con amor y respeto, valorando esas capacidades que ya existen, y no deteniéndonos en aquello que todavía no alcanza.

Entendiendo también que cuando le hablamos y le contamos aquello que hacemos sobre él le damos la oportunidad de organizar aquello que pasa allí, anticipar lo que sigue y prepararse. Responder. Resistirse. Colaborar. Sentirse parte de aquello que pasa sobre él. Ser reconocido parte de esa interacción. Sentirse respetado aún cuando el lenguaje no puede ponerle nombre a esa sensación de importancia que se traduce cada vez que le contamos lo que hacemos y le damos un momento para que responda y actúe. Esa seguridad que ponemos como adultxs en la relación que estamos construyendo y esa seguridad que percibe sentimos en él. Y que aflora cada vez que nos percibe disponibles, conectadxs a sus necesidades.

Comunicarnos porque entendemos la importancia de la comunicación.